La promesa del inicio del año es
limpiar con la pizarra e iniciar de nuevo, aunque realmente sabemos que nunca
es así, lo que somos, lo que hemos sido y lo que seremos siempre estará ligado.
¿Por qué entonces nos engañamos a nosotros mismos? Simple: queremos un cambio,
una mejora, por que el ser humano es en sí una obra en proceso y ¿Que mejor
fecha para empezarlo que con el cambio de año?
Pero también somos inconstantes,
caprichosos y muchas veces flojos, las intenciones siempre son las mejores,
pero nos olvidamos de ellas en cuanto llega febrero, los abarrotados gimnasios
son abandonados, las dietas olvidadas, las metas pospuestas y no será hasta
cercano noviembre que nuevamente nos acordemos de ello, afrontémoslo saben que
digo la verdad.
El verdadero cambio no tiene una
fecha específica para todo el mundo, es personal, interno y generalmente basado
en pequeñas cosas. Así que a ser felices.
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